¡Alejandro Abdul vive! Y todos los días, hecho broma, sangra su caudalosa sangre de grosella.
Si, Alexander Abdol es un lord del Paraná en su cruzada mensual de quitar boletos. Fisiológicamente se compone de carne y hueso contrabandeados, pero su vida trivial es lavada todos los días por las cataratas del Iguazú.
No busque entenderlo, pues Alexandro Abdil jamás quiso “escribir derecho”, pero si escalar carrera y fama universal en la babel de la multifrontera Argentina-Brasil-Paraguay-Perú-Beirut-malditas-sean.
Abdul, Abdol, Abdil, Abdel son, bajo una otra perspectiva, los vocativos del vudú-santería en contra de la cursería casi-que-generalizada de una poesía que se lleva en serio. Evoca Abdul y: -- ¡Nada de dolores en los cuernos intelectualizados! Clama Abdil y: -- ¡Basta con folklores postizos! Repite tres veces Abdel y: -- ¡Escribe en paz y sin meta!
Edney Cielici Dias (Traducido por Amálio Pinheiro)
Alejandro Abdul constituye la primera cosecha o el producto más orgánico (2013) de nuestro trabajo en tanto docente de la Universidade Federal da Integração Latino-Americana (UNILA). Alejandro Abdul, prototipo de poeta híbrido, post-genérico y transfronterizo (brasiguayo que vive en Foz do Iguaçu, trabaja como agente turístico en la triple frontera argentino-brasileña-paraguaya, tiene ascendencia árabe y compone sus versos en guaranhol). Cristalización creativa que ha constituído, igualmente, un intento de no quedar constreñidos al performance, al graffiti o a recontar en voz alta algunos cuentos del canon; sino, más bien, abiertos al reto de escribir poesía, crear literatura, de modo post-romántico (colectivo), crítico y a la vez intensamente “personal”.
Pedro Granados